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Radio Progreso: Historias cabales, picantes y catrachas

El Progreso (HN): Editorial Guaymuras;Radio Progreso (2012), 84 pp.

ISBN 978-99926-54-27-9

"De Honduras se habla poco, salvo cuando hay huracanes o golpes de Estado. Y de las emisoras populares hondureñas se habla menos, se conoce nada. Por eso, cuando las compañeras y compañeros de Radio Progreso me invitaron a relatar lo que vivieron aquel trágico 28 de junio 2009, no dudé en aceptar el desafío. Fui a El Progreso, grabadora en mano, con ganas de escuchar lo vivido cuando los militares, ordenados por el golpista Micheletti, clausuraron la radio. Para mi sorpresa, me contaron de un primer cierre, en 1979, durante los tiempos duros de la Seguridad Nacional. Y me contaron más, de cuando la huelga grande contra las bananeras gringas. Porque Radio Progreso está enclavada en la ciudad que fue el epicentro de esta insurrección sindical que cambió la vida del país. Tenía pocos días y eran muchos los testimonios y las anécdotas. Grabé muchas horas, conversé con casi todos los colegas de la emisora y con algunos antiguos trabajadores. Como siempre pasa, quedaron entrevistas pendientes. Es que la vida nunca cabe en un libro. En el relato hay expresiones muy catrachas que sólo se entenderán en las tierras de Morazán. No hace falta explicarlas. La imaginación es suficiente. Hay diálogos donde no pongo quiénes hablan. Tampoco es necesario. El protagonismo es de todo el equipo de la radio. Radio Progreso lleva cincuenta y cinco años acompañando al pueblo pobre del norte de Honduras, luchando por sus derechos. Cincuenta y cinco años siendo coherente con la revolución del Reino de Dios, la que predicó un tal Jesús de Nazaret, olvidado por tantas iglesias que dicen representarlo. Más de medio siglo. Se dice pronto. Cuando acabé de redactar el testimonio, me vinieron a la mente los versos de Brecht. Me atrevo a glosarlos diciendo que hay emisoras que luchan un día y son buenas. Hay otras que luchan un año y son mejores. Hay las que luchan muchos años y son muy buenas. Pero hay las que luchan toda la vida: ésas son las imprescindibles." (Unas palabras antes, página 3)